5 ene 2013

¡Feliz Ano Nuevo!

 
Un arbol seco.
 
Una televisión apagada.
 
Un folio en blanco.
 
Una teta de la que ya no sale leche.
 
Un río sin agua.
 
 
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¡FELIZ ANO NUEVO!
 
 
La creatividad. La memoria.
 
Son dos cualidades básicas en un ser humano. Todos queremos a gente que tenga memoria y creatividad a nuestro alrededor...
 

 
Un día conocí a una persona sin nada de creatividad. Era un pena. Realmente no vivía su propia vida, puesto que no conseguía extraer nada por sí mismo, ni siquera podía versionar creaciones de otros, pues para eso había que tener cierta dosis de creatividad.
 
Era tremendo ver como esa persona repetía y repetía todo lo que le decían alrededor, como si fuese un loro, pero sabiendo que entendía lo que escuchaba, lo único es que no le podía cambiar ni una coma, ni un punto. Eso sí, era la persona con más opinones del mundo, puesto que no podía crear la suya su propia, sólo repetía las que había oido. Estaba bien, porque conseguía ser la persona menos subjetiva del mundo, ninguna idea anterior conseguía influirle, con lo cual la nueva entrada de información la podía absorber limpiamente.
 
Trabajaba de mecanógafo, él escribía lo que su jefe le dictaba. Lo hacía muy bien, porque su concentración siempre era envidiable, total, no tenía ninguna otra cosa que pensar, aparte de lo que le dictaba el que le pagaba.
 
La verdad es que no sé por qué hablo de él, si no es una persona que me parezca, ni siquiera, interesante. Supongo que será por el tema de hoy. La creatividad y la memoria.
 
También podemos hablar de la segunda persona menos creativa que conozco. Era una persona tremenda, que se sabía de memoria todos los números de teléfono de su agenda, y del listín telefónico. Era todo un poema verle recitar durante horas apellidos y apellidos, con sus calles, con sus números. El problema es que no paraba, llegaba a ser pesado.
 
Aun así, no parecía ese su problema. El problema es que acabó siendo un neurótico. La memoria que tenía le llegó a absorber los pensamientos. Era una memoria hambrienta y despiadada. Siempre quería más y obligaba a esta persona a estar todos los momentos de su vida pendiente de todo, para almacenarlo en los archivos de su cerebro. No sé para qué querría tanta información, alguna completamente inutil, pero tenía un síndrome de diógenes cerebral que no acabaría en nada bueno. Y no podía acabar bien, por supuesto, una vez estuvo tres días mirando una piedra, intentando encontrar cada grieta, cada matiz de color, cada saliente. Acto seguido, estuvo mirando una hoja de arce durante más de una semana, cada filamento, cada parásito, el proceso de secado de la hoja. Luego, llegó a un desfiladero, en el que había una preciosa vista panorámica de todo un valle, con sus ciudades, ríos, bosques, cultivos, carreteras, gentes, vamos, un paisaje con mucha información. Su memoria fue implacable, lo tuvo allí durante dos semanas, sentado en una roca, mirando a un lado y otro, con cara de concentración. Acabó muriendo de hambre, porque no recordó que tenía que comer, por lo menos, una vez a la semana para estar vivo. Creo que fue el único fallo de memoria que tuvo en su vida.
 
Pero estas dos personas no son las peores que conozco. Son peculiares, pero no dejan de ser gente que no molesta demasiado, bueno, el segundo personaje ya no molesta nada, y el primero, ni fu ni fa.
 
Son un poco más cargantes los que se pasan de creativos. Por ejemplo, conocía a uno que era muy curioso, porque tenía la creatividad más grande que pueda haber imaginado nadie en ninguna de sus posibles vidas.
 
Siempre creaba algo nuevo para él, era impresionante, todos los días su cerebro se levantaba dispuesto a crear algo nuevo. Tanto se esforzaba en crear cosas nuevas, tanta energía gastaba en ello que dejó de utilizar nada de lo viejo. O eso me contaron, porque yo lo conocí hace tres años ya, y antes era diferente al estado en el que me lo encontré yo.
 
Este personaje no trabajaba, se dedicaba a hacer lo que el cuerpo le pedía, en plan instintivo, pero urbano, eso sí. Lo que hacía era despertarse, salir de casa, coger el autobús, contar un chiste al conductor, bajar del autobús, comer en el restaurante de siempre, el segundo más barato de la misma calle de siempre, en la que estaba luego dos horas por la tarde de tienda en tienda preguntando por gorros de lana, luego se iba a su casa, llamaba a su vecina, la del quinto piso, le hacía el amor, le contaba un chiste, y se iba a dormir a su casa. Y así todos y todos los días de su vida.
 
Alguno dirá que este tío de creativo no tenía nada. Yo os digo que sí, lo único es que su instinto era rutinario, muy rutinario, entonces el cuerpo le llevaba a hacer siempre lo mismo.
 
Para que veáis lo creativo que era, os contaré por qué lo conozco.
 
Yo siempre voy a trabajar a la hora en la que él se monta en el autobús. Por cosas del horario, a mí me pilla sentado en el asiento de delante del vehículo, porque es donde me gusta sentarme. Al montarme dos paradas antes, que son sólo dos paradas después del inicio del trayecto de la línea, entonces puedo elegir dónde sentarme, porque a esas horas no hay demasiada gente que vaya a trabajar. El primer día que entré a trabajar, dos paradas después de subirme, veo a un tío desgarbado y sonriente subir al autobús y le escucho contar este chiste al conductor:
 
Creativo- Seguro que no sabes aquel del culo que llevaron a operar a una clínica de cirugía estética, para subirle los cachetes, y cuando le quitaron la venda los doctores se dieron cuenta de que se dejaron un móvil dentro que no paraba de vibrar. ¿Qué dijo el paciente entre orgasmos? ¿Eh?
Conductor (con cara desinteresada)- Pues no me lo sé.
Creativo- ¡Feliz ano nuevo!
 
Yo me reí, era muy gracioso, aunque estábamos a 7 de abril, y parecía como que se lo acababa de inventar, o eso pensaba yo. Lo que no entendía es por qué al conductor no le hacía gracia, vaya tío seco.
 
Y ahí perdí la pista del colgao este ese día, estuvo un rato escribiendo algo en un papel y se bajó a las cinco paradas.
 
Al día siguiente, le ví entrar otra vez, miró al conductor y le contó este chiste:
 
Creativo- Seguro que no sabes aquel del culo que llevaron a operar a una clínica de cirugía estética, para subirle los cachetes, y cuando le quitaron la venda los doctores se dieron cuenta de que se dejaron un móvil dentro que no paraba de vibrar. ¿Qué dijo el paciente entre orgasmos? ¿Eh?
Conductor (con cara desinteresada)- Pues no me lo sé.
Creativo- ¡Feliz ano nuevo!
 
Me quedé extrañado, me hizo gracia escucharlo otra vez, pero no tanto como la primera, claro, me pareció que estaba vacilando al conductor.
 
El tercer día, cuando subió al autobús, miró al conductor y le contó este chiste:
 
Creativo- Seguro que no sabes aquel del culo que llevaron a operar a una clínica de cirugía estética, para subirle los cachetes, y cuando le quitaron la venda los doctores se dieron cuenta de que se dejaron un móvil dentro que no paraba de vibrar. ¿Qué dijo el paciente entre orgasmos? ¿Eh?
Conductor (con cara desinteresada)- Pues no me lo sé.
Creativo- ¡Feliz ano nuevo!
 
El cuarto día, cuando subió al autobús, miró al conductor y le contó este chiste:
 
Creativo- Seguro que no sabes aquel del culo que llevaron a operar a una clínica de cirugía estética, para subirle los cachetes, y cuando le quitaron la venda los doctores se dieron cuenta de que se dejaron un móvil dentro que no paraba de vibrar. ¿Qué dijo el paciente entre orgasmos? ¿Eh?
Conductor (con cara desinteresada)- Pues no me lo sé.
Creativo- ¡Feliz ano nuevo!
 
Y llegó el quinto, el sexto, el séptimo, el octavo y todos los días siguientes desde que le conozco, y cada vez que sube al bus le cuenta al conductor este chiste:
 
Creativo- Seguro que no sabes aquel del tío que un día no sabe que escribir y se inventa la historia absurda de una persona que era muy creativa pero no tenía nada de memoria, y cada día se inventaba un chiste y hacía cosas nuevas para él, que siempre eran las mismas. ¿Cómo se llama el cuento? ¿Eh?
Conductor (con cara desinteresada)- Pues no me lo sé.
Creativo- ¡Feliz ano nuevo!
 
¡Ah! ¡No!, ese no, perdonad, qué lapsus, este es el que le cuenta:
 
Creativo- Seguro que no sabes aquel del culo que llevaron a operar a una clínica de cirugía estética, para subirle los cachetes, y cuando le quitaron la venda los doctores se dieron cuenta de que se dejaron un móvil dentro que no paraba de vibrar. ¿Qué dijo el paciente entre orgasmos? ¿Eh?
Conductor (con cara desinteresada)- Pues no me lo sé.
Creativo- ¡Feliz ano nuevo!

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