15 nov 2012

Memorias de un Cascarrabias



- ¿Para qué dices y haces nada?, si vas a morir igualmente y sin remedio.

- Pues por pasar el rato mientras tanto, que me canso de esperar con los brazos cruzados.

- Pues ábrelos y listo, pero déjame en paz, cállate la boca y ponte la soga al cuello de una vez o te disparo.


________________________________________________________________________________




MEMORIAS DE UN CASCARRABIAS



- Buenos días, ¿Cómo estamos hoy?...



(Lo pregunto como si me importara, pero tengo que quedar bien con este hijo de la gran puta.)

- Buenas, pues estoy muy bien porque bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla...

- Hasta luego salao.

(Qué pesado es este imbécil, ¿cuándo se dará cuenta de que no le aguanta ni su padre? Porque es el que me paga a principios de mes, si no le iba a hablar Rita.)



...



- Hola Gabriel, oye, que no me enteré de lo que me dijiste al entrar, ¿a dónde tengo que llevar este sobre?

(Puto marrón, con el frío que hace en la calle y a salir porque al bobo este de lo huevos se le pone entre los cojones. Estoy harto de esta mierda de trabajo.)

- Sí Fernando, no te preocupes, que ya lo llevo yo, te invito a un café en donde Pedro y luego voy para allá, que me pilla de paso con otro tema que tengo que solucionar.

- Perfecto Gabriel, vamos pues.

(Subnormal, quién ostias se cree que es para andar invitándome. Odio esa manera que tiene de restregarme en la cara que cobra más que yo. Imbécil.)

- Llámame Gabi, que llevamos trabajando juntos doce años y todavía me llamas Gabriel, ¿eh? Este Fer...

- Ha ha. Sí, claro, Gabi. Ya sabes que me cuesta, estoy acostumbrado a otras épocas.

(Niñato de los cojones. Le voy a llamar Gabi a la puta madre que mal parió a tu puta madre.)



...



- Fer, ¿Qué quieres?

- Cortado con leche fría, por favor.

(Tu muerte repentina es lo que quiero, amargavidas.)

- ¿Nada para acompañar? esos curasanes tienen una pinta divina, venga, tómate uno, que yo no puedo con los dos míos. ¡Señorita! ¡otra tarrina de mantequilla para el mejor currante de Abisal Paquetes y Servicios!, jeje.

- Ha Ha. Tú siempre tan guasón, no hace falta, porque ya he desayunado.

(Cómetelo tú y revienta, malnacido.)

- Dale hombre, no te cortes, aunque sea pruébalos, que son de una pastelería de el pueblo este... ¿Cómo se llamaba? Este que está tirando por la carretera de arriba, la del cerro.

- Sí, Villapasas del Río, buenas fiestas me pegué allí de joven, es dónde conocí a mi mujer.

(Parece que quiere saberlo de verdad y todo.)

- Anda, ¿y cuándo son? Que a lo mejor me acerco este año.

- Pues son en agosto, a mediados. Estaban muy bien, aunque ahora seguro que han perdido algo, los chavales ya no sois lo que éramos.

- Seguramente Fer, ahora estamos bastante más amariconados, jeje.

- Sí, éramos muy bestias, pero mucho, me acuerdo que... bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla...

(La que le estoy metiendo, pero parece interesado.)

- Jo jo jo.

- ...Bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla...

- Jajaja.

- ... Bla bla bla bla bla bla bla... y bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla...

- ¡Hala, qué burros, jua jua jua!

- ...bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla, y así es como se enteró mi mujer de que estaba preñada.

- Muy bueno, jeje. Me tengo que ir, eso sí, que me está esperando tanto el del sobre como el otro cliente. ¡Señorita! Cóbrese, por favor.

- Vale Gabriel, ve con Dios.

- OK, Ciao Fer.

- Adiós.

(Este es anormal, que estamos en España, cojones, ¿no es capaz de despedirse como es debido?)





Hoy cumplo 64 años, y estoy en la flor de la vida. Fer, me llaman, pero no me gusta. Me gusta que me llamen Fernando. Yo llamo a la gente por su nombre, no sé por qué se empeñan en llamarme ellos como les sale del higo. Pero bueno, no pasa nada, ya me da igual.
Me encanta mi vida ahora mismo, estoy ágil de cuerpo y de mente, aunque más de lo segundo. Mi trabajo me permite llegar a fin de mes sin apuros y no estar demasiado estresado. Además, me permite estar alerta y en forma, puesto que tengo que combinar largos paseos entregando cartas y paquetes con importantes momentos en los que debo programar rutas y realizar informes, entrenando así mis capacidades de retención, lógica y redacción.
Siempre pienso que soy un poco cascarrabias, me suele sentar mal lo que me dicen en el momento, pero es que no aguanto a nadie, sobre todo si es joven y estamos a primera hora del día. Los jóvenes son una mierda, están malcriados y se creen que se pueden comer el mundo. Y nos hacen de menos a sus mayores. Como mi jefe, Gabriel, que me trata como si fuese su igual. Que tengo casi treinta años más que tú, niñato. Por mucho que tengas una carrera de mierda no sabes de la vida ni la misa la mitad.

En mis tiempos todo era diferente. Teníamos respeto por todo el mundo. Las personas mayores eran fuentes de experiencias, y tenían la capacidad de asombrarte y enseñarte cada día una lección diferente. Me encantaba escucharles y luego poner en práctica sus consejos. Pocas veces fallaban.
Una vez, cuando bajábamos a bañarnos al río, tuve la sensación de que se me había olvidado la cartera en algún lugar que, obviamente, no recordaba, pero había pensado en él justo antes de darme cuenta de que no tenía la cartera encima. Un cura de mi barrio me dio un consejo muy bueno a la hora de recordar algo que acababa de pensar y se me había olvidado al cruzarse un pensamiento nuevo. Era imaginarme una olla llena de pimientos verdes cocinándose. Así podría recordar mi pensamiento inmediatamente anterior al actual. Así lo hice, y conseguí recordar que dejé la cartera apoyada en el techo del coche. Fui para allá y la recuperé. Cuánto le tengo que agradecer al cura de mi barrio, y a muchos otros ancianos que tenían a bien contarnos historias.
En otra ocasión, no se me olvidará en la vida, fue mi hermano el que conducía un coche que se acababa de comprar, era un Seat Seiscientos, de cuarta o quinta mano. No tenía parachoques trasero, pero daba igual, era su primer coche, y estaba contentísimo. Fuimos con mi tío Gregorio a conducir con él y embarrancamos, al meternos por los caminos más arenosos del pinar. Qué disgusto mi hermano, que no podía sacarlo de allí. Por su parte, Gregorio, el hombre ya con bastón, porque no podía con el reúma, consiguió poner algún matojo por aquí y algunas piedras por allá, y sacamos el coche sin problema. Además, fue capaz de enseñarnos cómo lo teníamos que hacer para desembarrancar un coche. Nunca volvimos a tener problemas con estos temas, en parte porque nunca volvimos a conducir un coche por caminos de este tipo.
Qué envidia sana me da saber que los viejos antes eran respetados.

Pero ahora es otra cosa, ya no valemos. En un año dejaré de trabajar. Ahora mismo soy capaz de saber que la Callejuela del Cuartel del Norte es la única bocacalle de menos de diez números que tiene la Avenida del Comandante Macías. También me conozco todas las plazas de la ciudad, y sé cuántos portales tiene cada una, sin vacilar. Y qué decir de los bloques nuevos, esos en los que encontrar el número adecuado es tan complicado. En dos paseos me los hago, y tomándome una cerveza entre medias. Mi cabeza es privilegiada para mi trabajo, pero ahora eso da igual. Los imbéciles de los jóvenes van con su maquinita, como si estuvieran jugando, y ya no es necesario saberse las calles de memoria. Eso sí, cuando les falle la maquinita a ver cómo hacen su trabajo. Una pena y una mierda. Luego, eso sí, saben idiomas, e informática, y bobadas de esas que les hacen parecer americanos. A este mundo ya no lo reconozco, la verdad.



...



- Bueno Fer, la verdad es que ha sido un auténtico placer estar aquí contigo. Me alegra un montón haber aprendido tanto de tu experiencia y consejos. Espero que te guste el detalle que te hemos comprado entre todos, no es gran cosa, sobre todo para lo que te mereces. Y disfruta la jubilación, que la mitad de estos lleva esperando la suya desde el primer año en que empezó a trabajar, ja ja ja.

- Ha ha. Muy bien Gabriel. Muchas gracias por el reloj, es muy bonito. No sé qué decir, espero que sigáis siendo buenos trabajadores y que os vaya muy bien en la vida, intentaré visitaros cada año para no perder el contacto.

(Os va a visitar la hija bastarda de la puta madre que parió a vuestro jodido padre, el cual tuvo varios hijos con la hija de puta de su hermana bastarda, los cuales sois vosotros, ignorantes y desgraciados, que vaya año me habéis hecho pasar. Tanta amabilidad forzada, qué ganas tenía de no veros la puta cara nunca más.)



Bueno, pues ya estoy jubilado, ya no tengo nada que hacer. Mis hijos pasan de mí y mi mujer... ¿dónde está mi mujer? Bueno, ya vendrá.

Ahora es cuando debería de disfrutar de mi vida, intentaré darme paseos por la Calle Sandokan, que es mi favorita, me encantan sus soportales, es maravilloso estar allí tanto en verano, a la sombra, como en invierno, resguardado de la lluvia. Sus cuarenta y nueve portales... no, cuarenta y siete... no, cuarenta y cuatro, sí, eran cuarenta y cuatro portales tienen aspecto señorial y, aunque ya no tienen vecinos, sino oficinas, no dejan de ver pasar a gente. Da gusto, la verdad.
También tengo ganas de ir de viaje de jubilación, creo que el martes es cuando salgo para allá, miraré los billetes, a ver si lo veo. Vaya, la letra está muy pequeña, bueno, le diré a mi mujer que lo lea en cuanto venga. ¿Dónde andará?



...



Qué bien me lo he pasado en el viaje de jubilación, hemos ido a muchos lugares de Latinoamérica. Tenía muchas ganas de ver Buenos Aires, La Paz, Asunción, Sao Paulo, Bogotá y Quito, la pena es que al final, de ciudades, sólo pudimos ver Montevideo y Río de Janeiro, que son preciosas. El resto del tiempo estuvimos en esta región del interior de Brasil... no me acuerdo, eem... bueno, que era preciosa. Y qué chavalas, ¡madre mía!. Qué pena que se haya acabado. Ahora a la realidad de la jubilación, a cuidar de los nietos y a no hacer nada en todo el día. Me da pena, creo que sigo teniendo fuerzas para enfrentarme a cualquier trabajo. Intentaré ir a la asociación de personas mayores para ver si me hago socio, que estaba en... en esta calle... aj, no me acuerdo, con la de paquetes que les he llevado. La inactividad me está desentrenando, tendré que ponerme las pilas, que todavía me queda cuerda para rato.



...





Recuerdo perfectamente cómo íbamos en carretera con mi tío Gregorio, en abril aguas mil, era un refrán muy popular en mi época, quería decir que era normal si llovía en ese mes, lo cual pasaba casi siempre, sobre todo en el campo, donde a mi tío Gregorio una vez le llamaron para ser presidente de mesa electoral, el coche de mi hermano no podía avanzar porque estaba embarrancado, y mi primo volvió de Alemania, donde había estado trabajando por un jornal mísero, pero fiable, no como pasaba en mi empresa, donde Gabriel me invitaba a curasanes día tras día, en fiestas del pueblo de mi tía Maribel comí chocolate suizo por primera vez, lo trajo mi primo de Alemania, cuando quiso que viéramos lo poco que podía alegrarle el día, y ¿me puede dar usted un sello de correos para nacional, por favor?, tenga usted su paquete, son cincuenta pesetas, gracias por la propina, cómo me acuerdo de cuando teníamos tanto respeto a los jóvenes, ¿quién eres?, Yo no tengo hijos, ¿Dónde está mi mujer?, ¿Qué ha sido de mi mujer?, seguro que la he puesto en algún sitio, ¡Ay!, justo antes estaba pensando en ese sitio... A ver... ¿Donde está mi mujer? ¿Dónde? No llores, Fernando, uf, intenta recordar...

Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes
Olla llena de pimientos verdes



.




No hay comentarios:

Publicar un comentario